martes, 8 de marzo de 2016

Espectros.

Marzo de 2016.

Nueve.


Espectros.

Propuesta III.


 La cara existe, es perceptible. El rostro, no obstante, es perceptible y su percepción acumula su existencia o realidad.

 Una percepción de un rostro en una cara es una asociación de coordenadas aleatorias según un concepto o su emoción. Y un rostro es, así, la expresión de una presencia ya dada en la experiencia.

 Donde, de este modo, la expresión de un rostro es asociativa, hallamos los vínculos del rechazo o la bienvenida. Y el juicio se construye en esta razón.

 El humano ser encuentra, digamos, rostro o expresión en un animal … Asocia cariño, belleza, lealtad, …, porque encuentra el rostro humanizado en una asociación de coordenadas.

 El rostro se acuerda en una recurrencia, causa de la familiaridad por venir. Un rostro, así, miente definición en la emoción reconocida.

 La familiaridad precisa convivencia o hábito. En el animal de compañía, la ausencia de palabra – de rechazo, de contradicción – confirma el rostro y sus asociaciones o expresión. Entonces la certeza y su felicidad.

 El toro presume una compensación dialéctica – claro – en tal razón. La familiaridad es nublada. El sol, apenas: ojos, hocico, boca. Suficiente, sin embargo, para la vinculación a lo emocional y a la relación con lo habitual no constante. Lo asociativo, entonces, palpa en claroscuros y halla, en ellos, respuesta. Lo invisible hecho visible en lo imaginario impulsado.


 Sacrificio.

 Nobleza.


 Espectros. Sólo y útiles. Como el cariño. O la belleza. O la lealtad. Abstracción concreta, arquetipo decible. Palabra. En la nueva ausencia de palabra.

 Era rechazo. Bienvenida, ahora. Justificación para lo muerto por venir. Al fin.


 Pues otros espectros acechando.

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